El estudio de INIA La Platina identificó 89 genotipos de uva en distintas regiones de Chile, de los cuales 49 presentan patrones genéticos inéditos. Diez podrían ser variedades europeas antiguas y 39 tienen patrones que las clasifican como cepas criollas, originadas en América por cruces de vides europeas.
Santiago, noviembre de 2024.- Como en otras especies, hay un peligro evidente de erosión genética que se traduce en una posible pérdida de variedades de vid en el mundo, lo que podría afectar a futuro la industria del vino. En Chile, el reemplazo de variedades patrimoniales por otras más usadas en Europa, que sucedió desde mediados del siglo XIX, constituye una forma de pérdida de diversidad. Para evitar que esta pérdida continúe, un grupo de científicos de INIA La Platina ha trabajado en colectar y caracterizar el germoplasma de vid que aún se pueda encontrar en viñedos antiguos a lo largo de Chile, identificando y documentado estas variedades, y de esta manera contribuyendo a preservar esta rica herencia genética.
El estudio, publicado recientemente en la revista científica Australian Journal of Grape and Wine Research, detalla que identificaron 89 genotipos de uva en distintas regiones vitivinícolas de Chile. De éstos, 49 tienen patrones genéticos no registrados antes en el mundo. Diez podrían ser variedades europeas antiguas, y 39 tienen características similares a las cepas Criollas.
Los investigadores realizaron un análisis genético con 15 marcadores para confirmar que muchas de estas vides son descendientes de las así llamadas “variedades fundacionales” de las vides criollas, Listán Prieto (sinónimo País) y Moscatel de Alejandría. Los 89 genotipos encontrados se agruparon en tres grupos: variedades criollas, variedades de Europa central y un grupo con variedades de origen ibérico.
El equipo de investigación, integrado por Marco Meneses, María Herminia Castro y Patricio Hinrichsen, destacó la importancia de proteger y estudiar estas variedades para diversificar la industria del vino en Chile. El siguiente paso será analizar el potencial de estas uvas para producir vino, su rendimiento y las mejores formas de cultivarlas.
Este descubrimiento refuerza el patrimonio genético de la vid en Chile, brindando nuevas oportunidades para los viticultores, ayudando a diversificar la producción de vino y haciendo la industria más sostenible.
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