Avanzan importantes acciones del proyecto Fontagro, que cuenta con la participación del Ministerio de Industrias Primarias de Nueva Zelanda (MPI), Global Research Alliance (GRA), INTA Argentina e INIA Chile. Una iniciativa que busca fomentar la sostenibilidad y seguridad alimentaria en comunidades indígenas Mapuche, residentes en zonas rurales de Argentina y Chile, por medio de la incorporación de prácticas de ganadería climáticamente inteligentes, a través de estrategias activas y participativas. En Chile se trabajará con la comunidad Cheuquen Nguilliu, del sector Icalma en la comuna de Lonquimay, donde se están estableciendo la unidades demostrativas en predios de pequeños agricultores.
Cabe indicar que la agricultura climáticamente inteligente (ACI) se define como una estrategia integral para enfrentar los retos del Cambio Climático y garantizar la seguridad alimentaria. Su objetivo es aumentar la productividad agrícola, fortalecer la resiliencia frente a los efectos del cambio climático, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y alcanzar los objetivos nacionales de desarrollo y seguridad alimentaria. Además, la agricultura climáticamente inteligente busca movilizar inversiones destinadas a apoyar a los agricultores y, al mismo tiempo, reducir las emisiones de GEI.
Esta cooperación, que en Chile es liderada por INIA, a través de su centro de investigación INIA Carillanca, tiene como núcleo mejorar la viabilidad y resiliencia alimentaria en comunidades agrarias indígenas Mapuche, junto a sus sistemas de producción, abordando las exigencias de adaptación a las alteraciones climáticas previstas en los contextos de Argentina y Chile, mediante estrategias de adaptación y atenuación frente al cambio climático.
En este contexto, a fines de febrero, el equipo técnico de INIA, liderado por la Dra. Paulina Etcheverría, realizó una visita técnica al predio de 4 hectáreas denominado “La Finca”, ubicado en Icalma. La parcela propiedad de la familia Toro Nahuelcura se caracteriza por tener un terreno con una fuerte pendiente y suelos erosionados debido a la actividad animal.
Una de las primeras acciones implementadas por la familia fue la construcción de cercos perimetrales para excluir el libre tránsito y pastoreo de los animales. “Esta medida ha logrado aumentar la cobertura del suelo, favoreciendo el crecimiento de una mayor diversidad de especies herbáceas y promoviendo la producción de materia seca”, explicó la Dra. Etcheverría.
En colaboración con parte de la comunidad, se tomaron muestras de suelo para realizar un análisis físico y químico y se identificaron especies herbáceas propias de la exclusión, así como su producción. Estos datos proporcionan información valiosa para mejorar el manejo productivo del predio, identificando tanto los puntos críticos como las fortalezas que contribuirán a la sustentabilidad de la parcela. Esta visita formó parte del diagnóstico e identificación de prácticas ambientales que permiten adaptar los sistemas productivos ante los desafíos del Cambio Climático, con el objetivo de reducir la vulnerabilidad de los predios agrícolas y mejorar su resiliencia.
Durante marzo se tomó contacto con Adrián Cayuqueo, miembro y presidente de la comunidad, quien llegó a este predio de Icalma en 1983. Aquí comenzó a trabajar con ganadería bovina, ovina y caprina. Sin embargo, en la actualidad se dedica exclusivamente a la ganadería bovina de crianza, debido a los constantes ataque de depredadores como el puma, zorros y jaurías de perros, que han causado una gran mortalidad en el ganado menor. “La ganadería del sector se basa en un sistema de invernada-veranada, en el que los animales suben a las praderas que se encuentran en la parte alta de la montaña durante los meses de verano o cuando no hay nieve nieve (veranada). Durante el invierno, el ganado se traslada a los potreros cercanos a la vivienda, donde recibe forraje conservado. Los mejores potreros alrededor de la vivienda se rezagan para producir heno y así alimentar al ganado en invierno. No obstante, esta producción no alcanza a cubrir las necesidad del rebaño, por lo que se ve la necesidad de comprar forraje conservado, como fardos, para cubrir la necesidad alimenticias de los animales”, acota el Dr. Paul Escobar, especialista de INIA que también forma parte de este proyecto.
Se informó que uno de los mayores desafíos que enfrentan las praderas es la falta de humedad, por lo que se han implementado algunos programas de riego en la zona. En este contexto, el equipo de investigación y extención del Centro Regional INIA Carillanca de INIA, en conjunto con la comunidad, busca aumentar la producción de forraje mediante un sistema de riego más eficiente, que además automatice ciertos procesos, línea de trabajo a cargo del Dr. Rafael López-Olivari, especialista en Ciencias del Riego. Esto permitiría a los productores gestionar sus actividades de mejor manera, sin que ninguna de ellas se vea perjudicada.