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Laboratorio de Postcosecha de INIA en el Sur: vínculo entre estudiantes en formación y el crecimiento de la industria

Las prácticas estivales o profesionales en carreras agrícolas son fundamentales, ya que permiten a los estudiantes aplicar los conocimientos teóricos en situaciones reales. Enfrentar los desafíos propios del campo les ayuda a comprender mejor la teoría y, observar cómo se traduce en la práctica. Esta experiencia también fomenta la flexibilidad y el pensamiento crítico, necesarios para resolver situaciones imprevistas. Al trabajar en una etapa de la cadena de producción, los estudiantes adquieren una visión integral del funcionamiento del sector agroalimentario, entendiendo el impacto de cada proceso en la calidad y el valor del producto final.

“El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) tiene una línea de investigación centrada en el desarrollo de tecnologías y conocimientos que fortalece el sector agroalimentario del país. A través de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i), promueve el valor agregado de materias primas nacionales, validando y desarrollando tecnologías que generan alimentos saludables, trazables, inocuos y de alto impacto para el mercado nacional e internacional. En este contexto, se creó el laboratorio de postcosecha en la macrozona sur, específicamente en la Región de La Araucanía”, explica Iverly Romero,  investigadora  en postcosecha de INIA Carillanca.

El primer grupo de practicantes en este laboratorio llegó con cierta incertidumbre, dado que la especialización en postcosecha es relativamente nueva en la región y va más allá de los tradicionales manejos agronómicos y la producción vegetal. Durante su práctica, han aprendido sobre los procesos fisiólogos de los frutos, los procesos de embalaje y las tecnologías necesarias para que la fruta soporte viajes largos, como el transporte hacia China, entre otros temas.

“La universidad es una herramienta de acercamiento al mundo profesional. Sin embargo, muchas veces como en mi caso, la verdadera motivación proviene de las experiencias, la práctica y el hacer cosas. Es completamente distinto escuchar a una persona en el aula y luego estudiar un temario establecido, que interactuar con el entorno en sistemas agropecuarios que dependen de tus actividades, con personas. En este sentido, ingresar como practicante al laboratorio de postscosecha de INIA fue una experiencia enriquecedora y el que más he disfrutado de la carrera. Trabajé dos meses y medio en cosas que me gustaban, mezclando actividades de campo y laboratorio, aprendiendo de metodologías de investigación y la rigurosidad del proceso. En ese período descubrí que me gustaba la investigación y si antes leía, ahora leo mucho más.  La postcosecha abrió puertas en mi mente,  pues no había tenido en la malla curricular una ciencia tan aplicada, donde pude reforzar todo lo que he aprendido, y por sobre todo, nutrirme de las personas a mí  alrededor, cada uno con su misión. Pasar por INIA significó conocer un equipo multidisciplinario de personas dedicadas a trabajar en lo que les gusta mientras contribuyen al desarrollo de la región, eso sin duda es un potente motivador. Ya transcurridos algunos años, aún quiero seguir el camino de la investigación en el sector agroalimentario, solo que ahora con otras competencias y otra mirada”, puntualiza Felipe Cárdenas, estudiante de agronomía de la UCT.